Por ello, el público acogió la colección "entre olés y fuertes aplausos". Y es que la ganadora del último Premio Nacional de Moda defendió el made in Spain a lo grande y como nunca antes en este desfile patriótico, cuyo primer look era la bandera española convertida en un vestido corto.
Es de aplaudir que la diseñadora sea fiel a su personalidad y lo demuestre sin complejos.
Entiendo que la diseñadora ha querido mandar un mensaje optimista a todos los españoles con su característica explosión de color. Sin embargo, en mi opinión, su propuesta hubiera sido mucho más interesante con un desfile crítico con una España que necesita renovarse y que precisa dejar atrás la realidad que estamos viviendo: corrupción sistémica, financiaciones irregulares, precariedad laboral, desigualdad salarial, etc. Que la pasión y el orgullo por el país, no nos convierta en meros espectadores.
Más allá del patriotismo, la colección –colorista, por supuesto– sorprendió con patrones más simples de lo habitual que la convirtieron en más accesible. La pana y el terciopelo –este último, material predilecto de la firma– fueron los tejidos estrella del desfile, en el que las lentejuelas, el lúrex y las poli-pieles también tuvieron cabida.
La colección rendía homenaje también al modisto Yves Saint Laurent, aunque este hecho quedó relegado a un segundo plano. Su trabajo inspiró a la propia Agatha a lanzarse como diseñadora.
Si algo queda claro es que Agatha Ruiz de la Prada se siente orgullosa de ser española y que su obra jamás deja indiferente.
¿Qué opinas sobre su desfile?
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