Quedar para ir de compras será un plan precoronavirus. Habrá un antes y un después tras vivir el 2020. El mundo ya no volverá a ser el mismo. Así es cómo visualizo el nuevo panorama de la moda.
Salir a comprar ya no será tan placentero. Las tiendas nos recibirán con mamparas y pantallas, con distancia y con sonrisas escondidas bajo una máscara. Aunque, claro, recibiremos un trato más individual y personalizado.
Quedar para ir de compras será un plan pre-COVID-19. Iremos menos de tiendas y, cuando lo hagamos, tenderemos a visitar las más cercanas y las que conocemos del barrio y queremos apoyar. La mayoría de personas gastaremos menos de lo habitual. Y de una manera paulatina, el pagar en cash quedará en el pasado.
Compraremos más online –para muchos será romper una barrera por primera vez– y las marcas que ganarán puntos son las que mejor se muevan por este canal. Las firmas que hayan estado activas y presentes en el online durante la pandemia irán por delante de las demás que pertenezcan a la misma categoría de producto. Aunque al final las ganadoras absolutas serán las que logren conectar y emocionar al público.
Aumentará el uso de servicios tipo click & collect y de tecnologías contactless, y los comercios invertirán más en tecnología. Pasaremos más tiempo en casa y la convertiremos en nuestra propia fortaleza (cocooning). El llamado athleisure seguirá en boga. Vestiremos de forma más cómoda, pues el teletrabajo ha llegado para quedarse, por lo menos durante un tiempo.
A priori, el ritmo de la moda se rebajará y el sector abrazará por completo la revolución que ofrece el online. Permanecerán los desfiles y los showroom virtuales. Y nos acostumbraremos a los avatares, a looks y a estilistas digitales.
El fast-fashion se adaptará y las tendencias se relantizarán, posponiendo su fecha de caducidad. Continuará el foco en la sostenibilidad y en la importancia sobre la trazabilidad, aunque a efectos prácticos su implementación será más a largo plazo. La transformación del sector es inminente, y he de confesar que me parece emocionante. Estoy impaciente por descubrir qué propuestas nos traerán los grandes diseñadores.
Espero que apostemos por marcas que aporten valor, que compremos piezas con el famoso je ne sais quoi y que dejemos el ritmo trepidante y el consumo absurdo. Y es que el cambio sólo puede ocurrir con la destrucción de lo viejo. La verdadera razón de la destrucción es la creación. Y yo debo confesar que confío que esta crisis nos haga mejores y nos traiga una industria mejor.
Sin duda, se abren nuevos retos y oportunidades para transformar el retail, el sector, y, sobre todo, ofrecer moda de calidad.
Foto: Korie Cull vía Unsplash
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